Los artistas islámicos nos han dejado a lo largo de los tiempos infinidad de pruebas de su ingenio, además de una maestría muy notable y una alta perfección técnica en el arte de la cerámica, el metal, el cristal, el tallado de madera, el marfil, la marquetería, las joyas, etc., exceptuando la escultura, debido a razones principalmente religiosas. Una de las principales características que honran el arte islámico es el haber sabido siempre convertir elementos no demasiado costosos en auténticas obras de arte.