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Cerámica china

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En la región donde, actualmente se encuentra Pekín, las comunidades humanas están formadas por cazadores y agricultores; conocen una forma elemental de elaboración de creta y de arcilla, fabrican recipientes crudos, de considerable grosor, con formas standard, alargadas o en trípode.

Los hombres ya no habitan las cavernas, sino en poblados, con viviendas hechas de tierra trabajada, o, incluso de ladrillos, secados al sol, fabricados con barro. Tienen collares de hueso y piedras, brazaletes de creta que representan figuras humanas o de animales domésticos; sepultan a sus muertos en localidades distintas de los poblados, preferentemente en zonas elevadas, desde las que los difuntos puedan dominar la región donde han vivido.

Es de suponer que todos estos adelantos han precisado algunos miles de años. Pero la gran realización de la civilización china de esta época está constituida por la cerámica pintada o decorada.

Ha quedado perfectamente demostrado que la cerámica decorada es una muestra de civilización que puede desarrollarse en épocas y en localidades distintas en forma absolutamente idénticas, ciertamente no es admisible que este arte tenga un único origen. La cerámica decorada china muestra una perfección verdaderamente sorprendente y un carácter tal que no puede ser confundida con ninguna actividad similar de cualquier otro pueblo. Entre toda las cerámicas china de la época, tenemos las realmente espléndidas de Yang Chao, una vajilla pintada en vivos colores, hábilmente modelada que no puede compararse con ninguna otra.

En poblados que se remontan al 4.000 o 5.000 a. de C. se descubrieron junto con numerosos utensilios de piedra y hueso, las primeras cerámicas decoradas verdaderamente admirables. Estas fueron el hallazgo más sorprendente, porque revelaron no solo el conocimiento del torno, sino una forma artística que solo podía explicarse con una civilización muy adelantada e, incluso, con una gran organización colectiva.

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El hombre de ciencia chino Li Chi llegó incluso a afirmar que, probablemente, como los antiguos chinos eran grandes bebedores, se hizo una especie de concurso entre los artesanos que fabricaban vasos de arcilla porosa, para que lograran obtener recipientes que no dejaran pasar ni absorbieran el líquido; y éste fue el origen de las cerámicas pintadas, premiadas, según Li Chi, por los jefes de las comunidades según sus cualidades prácticas y artísticas.

Probablemente nadie podrá explicar jamás el origen de esta cerámica de Yang Chao y de otras que, poco a poco, se han ido encontrando en el curso de excavaciones arqueológicas y geológicas. Está comprobado que éstas cerámicas de Yang Chao, con sus delicados dibujos y espléndidos colores, son una de las expresiones más convincentes del alto grado de civilización existente en China en el 5.000 a. de C., tal vez antes del descubrimiento y del uso de los metales.

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LA PORCELANA

La porcelana es una cerámica translúcida, blanca, que se obtiene de una arcilla especial compuesta de caolín y petuntse (una piedra china rica en cuarzo y feldespato). Al igual que el jade, la porcelana gozó de gran estima entre los chinos. Se conocen muchas piezas literarias que, a veces en un lenguaje vívido y extravagante, exaltan sus propiedades. Hacia el siglo X, empezaron a ser conocidos fuera de China los recipientes de porcelana, que gozaron de gran estima tanto por su novedad como por su belleza. El método de fabricación constituyó un secreto celosamente guardado, hasta que se redescubrió en Alemania a principios del siglo XVIII.

 Las primeras porcelanas se produjeron en China durante el reinado de la disnastía T’ang, cuando los alfareros chinos descubrieron la manera de obtener recipientes translúcidos. Un viajero árabe llamado Soleiman alabó la belleza de las blancas arcillas chinas, de las cuales se obtenían vasijas “con transparencia de vidrio”. En la época de la dinastía Sung los alfareros perfeccionaron los procesos: uno de sus objetivos fue la consecución de una porcelana tan resistente y duradera como el jade verde, empresa en la cual les sonrió el éxito. Son famosas las delicadas porcelanas en blanco y azul adornadas con dibujos de pétalos de loto, crisantemos y pájaros. En 1260 Kublai Khan se adueñó del poder y abrió las puertas de China al comercio exterior. Marco Polo visitó el país durante este período; y al regresar a Europa explicó las extrañas cosas que había visto y alabó la extraordinaria habilidad de los ceramistas chinos.

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Taza de cerámica de la época Sung

LA DINASTIA MING

A finales del reinado de la dinastía Ming, la cerámica experimentó un nuevo florecimiento. Se había importado de oriente medio la técnica de pintura en azul cobalto cocida bajo el barniz, y bajo el patronazgo de los emperadores Ming se abrió la fábrica imperial de Ching-té-Chén.

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Sobre la porcelana blanca se ejecutaban toda clase de dibujos de extraordinaria brillantez. Los esmaltes utilizados había de ser fijados a bajas temperaturas.

Se perfeccionó la decoración en azul cobalto, y pronto se obtuvieron las famosas porcelanas azules y blancas.

Cada vez fueron más ricos en ornamentación y colorido los recipientes chinos, y se consiguieron prodigios que jamás han podido ser igualados.

EL SECRETO DESCUBIERTO

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Los ceramistas de otros paises, se esforzaron en descubrir el secreto de la fabricación de la porcelana china. Sin embargo, al no contar con las materias adecuadas ni con los conocimientos relativos a la cocción a temperaturas elevadas, sus intentos fueron infructuosos y tuvieron que conformarse con pálidas imitaciones de su inigualable blancura. El primer intento coronado con éxito relativo tuvo lugar en 1575 en Florencia. Se trata de la porcelana producida para la familia Medicis, después de la cocción, apenas si se parecía a la porcelana. La primera porcelana genuina fue obtenida en Alemania por Johann Böttger, a quien se encargó de la dirección de la fábrica real abierta en 1710 en Meissen. Aunque se intentó guardar celosamente el secreto, algunos obreros se dejaron sobornar, y poco después se estableció una factoría rival en Viena. A ésta le siguieron muchas otras, puesto que se puso de moda entre la nobleza la posesión de una fábrica propia. Muy pronto se difundió por toda Europa el secreto de la fabricación de la porcelana dura, cocida a altas temperaturas, aunque algunas fábricas continuaron produciendo cerámica “tierna” que llevaba un aditivo especial y se cocía a temperaturas más bajas. En Francia, las instalaciones de Sévres eclipsaron a todas las demás. En 1753, recibieron la categoría de “reales” y su producción fue incrementándose progresivamente. Los ceramistas modernos producen a menudo en sus estudios distintos objetos de porcelana que, gracias al descubrimiento de nuevos tipos de arcilla, poseen excelentes características de plasticidad y resistencia.

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